miércoles, abril 30, 2014

¡Feliz Navidad!

Nada en el Korova me recordará que ésta es la noche de Navidad. Ningún ornamento navideño infectará el humo del club. Las camareras vestirán su poca ropa habitual y no habrá variación alguna en los adornos. El único cambio en la decoración del local de los últimos quince años, seguirá siendo el del día que encontramos el contorno de un tipo pintado con tiza en el suelo. Tendré la seguridad de que el único Papa Noel que podría encontrar, estaría fuera, en el callejón, con la barba sucia y los pantalones por los tobillos, a punto de dejar un regalo en la boca de una prostituta.
Esta noche sólo encontraré clientes con el deseo de aislarse de una época del año que detestan. Encontraré mujeres que en las vísperas de su escote me jurarán una noche de amor eterno. Pediré mi whisky solo, ocuparé mi sitio en la barra y trataré de olvidar aquellas navidades infantiles en que todavía creía en Santa Claus y pensaba que si nunca llegaba a mi casa era porque al salir, probablemente le habrían robado el jodido trineo. No guardo buenos recuerdos de las navidades de mi infancia. Mis padres me dieron una holgada vida de escasez, donde no cabían los regalos. En casa la comida escaseaba hasta tal punto que a veces teníamos que chuparnos las manchas para llevarnos algo a la boca. Pasábamos tantos apuros que si un ladrón hubiera entrado a robar a mi casa la noche de Navidad, habría dejado algún regalo en el árbol para que no lo encontráramos vacío.

En el Korova estaré bien porque nada me recordará que es Navidad. Entraré al local, mis ojos tardarán unos segundos en acostumbrarse al descenso de luz y dejaré que a mis oídos, en lugar de villancicos, lo rieguen las miradas turbias de las camareras. No habrá ningún tipo preocupado por llegar a casa tarde para la cena. En el club hallaré la poca luz justa y ni un solo brindis; y hasta las falsas promesas, en lugar de a algún familiar, se harán a mujeres que tengan la moral en barbecho, al tipo de mujeres a las que les bastaría un par de besos para hacerte orinar sangre.

Sí, esta será una gran noche. Después de otras muchas noches de Navidad en las que mi mejor momento era cuando chocaba con un borracho, y no encontraba una maldita rama de muérdago encima de nuestras cabezas.



— Puede que yo sea tu mejor amigo y aun no te hayas dado cuenta
1st Sgt. Edward Welsh (Sean Penn) · La Delgada Linea Roja