lunes, abril 02, 2007

La leyenda de Julio Fuentes

Lo conocí una noche en el Korova y supe con certeza que aquel mentón había destrozado más de un puño. Bebía solo, en silencio, con ese empaque que sólo adquiere el tipo que acostumbra a jugarse la vida. Se llamba Julio Fuentes, y aquel otro fulano al que siempre respeté, Reverte, escribió de él:

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Julio era un profesional de la guerra. Un mercenario en el más honesto sentido del término. Un reportero de élite para quien aquello, en lo personal, era -o al menos lo fue durante mucho tiempo- una solución: un extraño hogar donde el horror puede asumirse como realidad cotidiana, y de esa forma deja de ser sorpresa o trampa. Una escuela de lucidez donde uno misma está siempre dispuesto a pagar el precio. Un mundo fascinador y terrible donde, a diferencia de la puerca retaguardia, de las ciudades presuntamente civilizadas y razonables, todos es maravillosamente simple y funciona según normas elementales y precisas: el malo es el que te dispara y el bueno aquel cuya sangre te salpica. Y cuando no tenía a mano guerras que meterse en vena, Julio vagaba por las ciudades y las redacciones como un alma en pena, colgado, autista, igual que un marino sin barco o un cura sin fe. Como todos, después de tantos años de oficio, en los últimos tiempos empezaba a pensar en cambiar de vida: una mujer, a la que amaba, una casa, tal vez hijos. Pero ya nunca sabremos como habría sido. En aquella carretera de Afganistán salió su número. No tuvo suerte. O tal vez sí la tuvo, porque de ese modo se convirtió, por fin, en la leyenda en que siempre quiso convertir su vida. Quizá aquel día se limitó a pagar el precio.
Ahora, como de costumbre, los vivos recordamos. Y lo hacemos con esa sonrisa de la que hablaba antes, al pensar en los iraquíes que se le rendían a Julio durante la guerra del Golfo, porque en su ansia por entrar el primero en Kuwait llegó a adelantarse a las tropas norteamericanas. O en como fue la envidia de la Tribu ligándose a Bianca Jagger en El Salvador –eso llevo ganado para cuando palme, decía-. O aquel bombardeo en Osijek, cuando empezaron a caer cebollazos y todos bajamos al refugio, y él se quedó durmiendo arriba sin enterarse de nada, tan tranquilo porque se había quitado el sonotone de la oreja para dormir. O cuando en Sarajevo unos periodistas jovencitos le preguntaron como se llamaba y respondió: “Soy Julio Fuentes, chavales. Una leyenda”.
Ahora el muy perro nos ha hecho a sus amigos la faena de convertirse, por fin, en esa leyenda. Era el hombre más tierno del mundo, y vivió obsesionado por ser un tipo duro. Lo fue, y pagó el precio allí donde se envejece pronto, y donde a veces no se envejece nunca. Muriendo de pie. Y ahora está con Juantxu, Luís, Jordi, Miguel y los otros, con su sonotone y su chaleco antibalas, en el recuerdo de quienes tanto lo quisimos. En ese lugar adonde van, cuando los matan, los viejos reporteros valientes.
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(Publicado por Arturo Pérez-Reverte en El semanal en 2001)


_ En Italia, durante treinta años bajo el dominio de los Borgia, tuvieron guerra, terror, asesinato y matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal; tuvieron quinientos años de democracia y paz, ¿y qué produjeron? El reloj de cuco.
Harry Lime (Orson Welles) · El tercer hombre

7 Comentarios:

At 02 abril, 2007 14:08, Blogger Unknown dijo...

Toc toc...

En el Korova aún se puede beber con los dogs of war?, pues me apunto.. por que a veces las historias se pasan por un filtro hecho de acero y polvora.

 
At 03 abril, 2007 11:55, Blogger Txe Peligro dijo...

mmmm, gracias

 
At 03 abril, 2007 18:36, Blogger Elyon_Lannister dijo...

Pasé por aquí de casualidad y sólo puedo decir que me encantó. Te enlazo para pasarme más a menudo (con vuestro permiso ^_^)

 
At 04 abril, 2007 23:37, Anonymous Anónimo dijo...

Ya lo había leído, pero es un detalle que lo recupereis aquí.

Dan ganas de convertirse en leyenda. De saber a lo que te enfrentas, de ver el horror por fin sin disimulos. Y vivir rápido, corriendo, sin poder parar, para poder aguantarlo.

Saludos.

 
At 05 abril, 2007 14:42, Blogger Fran Invernoz dijo...

Las leyendas cautivan, aunque puedan ser mitad verdad mitad mentira. Pero el comentario es un magnífico homenaje a los heroés del periodismo corajudo y que suelen quedar en el olvido.

 
At 07 abril, 2007 20:31, Blogger chüpetina dijo...

vaya pedazo de homnejae a un tipo duro!

 
At 12 abril, 2007 21:33, Blogger Ana Durá Gómez dijo...

Los tipos duros son de Elda?? Si es que ese ambiente de ciudad zapatera hace estragos en sus hombres...

 

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