lunes, agosto 28, 2006

Korova's Bar


Hace ya tiempo que alguien me dijo en la barra del Korova que las putas, a la larga, salen mucho más baratas que un matrimonio. Aquel tipo, cuando terminó de emborracharse fue a su casa a meterse en la cama con su tercera mujer, lo que decía mucho de su experiencia y no gran cosa de sus principios.

No sé si Tim estuvo aquella noche en el bar o si tal vez oyó la frase, pero algo así debió pensar cuando decidió que había llegado el momento de retirar a Lorraine del oficio y quedarse como cliente en solitario. Y lo realmente extraño es que lo hiciera él, que siempre se preocupó más de acertar con la marca del whisky que con las mujeres porque sabía que el amor si se paga al contado es la mejor forma de ahorrar.

Tim había recibido tantas puñaladas que su espalda ya era capaz de reconocer la marca del acero. Por eso la idea de su matrimonio nunca me gustó. Y era una corazonada más allá del egoísmo personal de ver como una profesional dejaba su oficio –de escuela clásica, muy técnica, pero sin alardes. Impecable en ciertas facetas-.

Sabía que Tim era de los que pensaban que enamorarse no es uno de los 20 motivos para casarse, y que el amor está muy lejos de otros motivos realmente importantes como un embarazo o el dinero. Sabía que ella estaba tan cansada de provocar demandas de divorcio que cuando negociaba el precio te aplicaba descuentos si estabas casado.

Veía el hilo de aquella relación como el argumento de una película porno: obvio y muy frágil. Porque hay relaciones tan lógicas que solo pueden acabar en el psiquiátrico o en la cama. Una noche traté de explicárselo. Le dije que aquello no le convenía, que el matrimonio es una oposición al absurdo, una borrachera en la que la resaca no se acaba nunca. Pero él sólo sabía curar una resaca pidiendo otra ronda. Yo le entendía, quien no ha pensado que una chica es la mujer de tu vida cuando te acaba de hacer una mamada….

Peter Cost, un director de cine porno retirado habitual del Korova, me lo dijo una madrugada. Entre el quinto y el sexto gintonic me explicó que a Tim le atraía el sexo como la luz a los mosquitos antes de quedarse fritos. Que cuando terminara la luz, habrían yogures con más caducidad que aquella pareja.

Pasaron un par de meses hasta que Tim volvió la primera vez por el Korova. Poco a poco volvió a ser un habitual y, en unas semanas, ya era el mismo taciturno de siempre que pedía los martinis con dos aceitunas para tener compañía. No tardó mucho más en extenderse por el bar el rumor de que Lorriane había vuelto al trabajo.

A Tim lo encontraron la semana pasada sentado en la taza del water de su casa. Se había puesto su anillo de boda en la boca y en lugar de ayudarse a tragarlo con un buen whisky prefirió alojárselo en medio del cerebro con la bala de un Colt 45 con el número de serie borrado. A nadie en el bar le extrañó. Tim podía soportar muchas cosas, pero no era tan duro como para entender que las putas, a la larga, salen mucho más baratas que un matrimonio.


Si quieres que te diga la verdad...no sé si mi mujer me dejó porque bebía, o bebo porque mi mujer me dejó.
Ben Sanderson (Nicolas Cage) · Leaving Las Vegas

1 Comentarios:

At 05 noviembre, 2007 14:26, Blogger El Vizconde Valmont dijo...

Tu estilo me recuerda al del periodista Jose Luis Alvite, que por cierto me encanta.

 

Publicar un comentario

<< Home